SOY PRODUCTO DE ESE ACTO: LECTURA
Mis
padres vivían en
las alturas de
5200 metros de altura, departamento
de Puno- Perú. Un lugar
con muchas historias,
generalmente guerreras.
Desde niño mis
abuelos decían que
los lupacas eran
una tribu de
lucha, siempre ganadora. Ellos habitaban
en la meseta de Collao, ahora
provincia del mismo
nombre. El hombre
andino siempre ha luchado
con la naturaleza,
en los tiempos
de invierno, la
temperatura desciende a 10º bajo
cero. El viento
helado te perseguía
en la noches como
con un cántaro
de agua helada.
El mes de
junio era más glacial,
era el mes
más temido. El
24 de junio,
Día de San Juan,
en mi comunidad
se celebraba la
fiesta patronal, un
día muy esperado
por los niños. En
la víspera se
quemaba “k`ille”, son
tallos secos de
la quinua. Esa
noche se calentaba
el ambiente, el
clima era más
abrigador, era como
especie de navidad andino.
En mi casa no
había libros, cuando
aprendí a leer
encontré en una caja
de cartón el
libro de Coquito,
probablemente alguien haya
regalado a mis hermanos
mayores, era el
único signo de
entrada al mundo
de la lectura
y de la cultura.
En las noches
mi papá nos
hacía sentar en el patati,
especie de cama,
hecho de adobe y
barro. Nos hacía leer
pequeños textos de la parte
final de Coquito,
cómo olvidar de los
“ Tres tristes tigres”,
“el torero”, etc. Sabía
de memoria no
necesita leer visualmente los
textos. Terminé primaria
teniendo como el libro
más avanzado a
“Pablito”. Un libro
viejo, amarillento, con
hojas desgastadas, casi
volviéndose a marrón.
En los veranos, mi
padre iba a
trabajar a Tacna,
por el valle de
Sama o a veces al
puerto de los
Palos. Un día
llegó a casa
con varios periódicos pasados, eran
de la prensa
local de Tacna. Eran
periódicos grandes; creo que mi
papá era hincha de
un equipo tacneño “Carsa”, la
mejor manera de
tener presente era
coleccionar los diarios
pasados. Era tanto
que mi papá
utilizó como forro
de la pared
del dormitorio. Entonces con
mi hermano , leíamos
todas las noches
e incluso de
día los textos,
especialmente concernientes al
fútbol. Incluso jugábamos quien
encuentra la palabra tal
en la pared,
puesto que toda
la pared esta
forrada de periódico.
Siendo
adolescente, también trabajaba
cuidando ganado en
Sama, el primer
sueldo iba destinado
para comprar revistas
de superhéroes: Batman, Súperman,
Mujer Maravilla, etc. Eran
tiras con gráficos
y diálogos. Incluso
cuando se acababa iba a algunos lugares
que alquilaban para leer.
Qué es lo
que me motivaba
para leer estos
tipos de materiales. Eran dos razones:
Primero era un
entretenimiento y otro era
una necesidad quizá más
profunda, subconsciente de mejorar
mi lenguaje. Mi
lengua materna, aymara no me permitía
fácilmente acceder al
mundo occidental. Saber el
español era un medio
de ingresar a
la educación, a
la superación individual. Entonces la
lectura era un
medio para acceder
a una nueva
realidad quizá más
tentadora, con perspectivas
de superación permanente.
Cuando ya en la universidad,
la institución tenía
una enorme biblioteca,
con volúmenes muy
interesantes en diferentes
áreas, aparte había una
parte de hemeroteca,
donde estaban los
periódicos del día como “Comercio”, “La República”, “Expreso”, etc. Para mí
la biblioteca se
convertía un refugio, por qué no
decir un “hogar”. Lejos de
mi casa el mejor
diálogo cercano era con
los autores, no tenía muchos
amigos, pasaba el
mayor tiempo sobre
las páginas de
un libro. La
música de piano que
se escuchaba del
costado de la
biblioteca era cómplice
para un goce
mayor de la lectura.
He estudiado educación,
soy profesor de
Comunicación. No concibo la
vida sin la
lectura. Sino leo algo
diariamente, es como no
haber almorzado. Más aún
como docente en primer
lugar, qué enseñar a
mis alumnos si
ellos están más
informados que yo. La
lectura se ha
convertido como un espacio
íntimo de salvación de mis tristezas. Cuando estoy
pasando momentos cruciales me
refugio en los textos,
especialmente en las
promesas divinas de la
Biblia. La lectura es un medio que
me hace conocer
mis debilidades, y
me da acceso para
llenar vacíos espirituales, cognitivos y sociales. Me
hace cada vez
más actual, más antiguo y
me proyecta al
futuro. Me hace
cada vez más
humano, más ignorante, más
profesional. A veces digo juntamente
con Sócrates: “Solo sé que nada
sé”.
La
delicia de la
lectura es un alimento para la
imaginación y fantasía del
ser humano. Mediante
la lectura dichas cualidades se
hacen más flexibles, más activas, más
brillantes, más interesantes,
más sensibles, más
expresivas, más infinitas, más
creativas, … de tal manera
que una persona tenga
la potencialidad de realizar
prácticamente cualquier cosa,
en la vida.
Termino
diciendo este testimonio
con las palabras
de Goethe : ”La lectura no te
dice algo, sino
te hace algo”.